Feb 24, 2010

Pragmatismo

kurazaybopipo

La verdad no soy gran fan del café. Para empezar, nunca he sentido el efecto revitalizante/energizante/despertador que se le atribuye y me da horror cuando leo o escucho de personas que dicen que su día no empieza hasta que se toman un café y cosas por el estilo, en serio que no me gustaría para nada convertirme en uno de ellos. En un antiguo empleo mi lugar de trabajo quedaba a un paso de la cafetera y en los 12 meses que pasé ahí ni una vez probé el café. Algo similar pasa ahora, donde tengo la cocina (y una cafetera muy grande) a tres pasos. Tampoco lo he probado jamás, ni por curiosidad. Simplemente no se me antoja, además no me gustan particularmente las bebidas calientes. Recuerden que yo odio el frío y prefiero las bebidas refrescantes.

Otra cosa es que el café es como una bebida muy seria, no sé, lo asocio a las salas de espera, los hospitales, las oficinas, juntas interminables y los funerales.

Cuando tomo café es casi siempre por compromiso o porque no hay de otra. Recuerdo una ocasión en que fui a visitar a un amigo y la señora de la casa nos invitó a desayunar. Me dijo algo así como "¿quieres gragrrrr graa con leche?" Yo supuse que quiso decir café con leche y dije que sí. A continuación me dió un enorme tazón de arroz con leche que batallé para terminarme jojo.

Ir a un café es bastante típico socialmente. Mi opinión de los cafés de la ciudad: los tradicionales del centro tienen sus altas y sus bajas, nunca me ha gustado estar al descubierto en una terraza pero se considera romántico y así. Hay lugares que están muy bonitos pero el café no es muy sabroso y viceversa. Chaires es para viejitos y ligas de señoras y vecinas. En cuanto a las grandes franquicias no me gusta Punta del cielo, ni la atmósfera ni lo que sirven aunque las veces que he ido los precios me parecen más razonables que en la competencia. Starbucks... caray, pues sus locales son generalmente cómodos pero suelen estar llenos de adolescentes del Tec de Monterrey y la UVM. Como anécdota: unas amigas de mi mamá fueron ahí una vez para cambiarle al tradicional Chaires y estuvieron sentadas media hora hasta que se fueron porque nadie las atendió, lo cual puede parecer tonto pero da para pensar. No me gusta eso del venti y el no se que, a ver a mi díganme cual es el chico y cual el grande y se acabó. Me gusta que el local huela a café tostado, eso sí, y que te puedas estar horas y horas. No me gustan los sabores y mezclas raras que sirven. Italian Coffee sería la opción que prefiero, me parece el más normal aunque algunos de sus locales son incómodos, particularmente el de Zaragoza que en los pisos de arriba no tiene ventanas. Los cafés frios son sabrosos aunque demasiado dulces y no están tan raros como los de Starbucks.

A veces si tomo café por gusto pero generalmente son cafés fríos o frappes, definitivamente la bebida más gay que tomo. Cuando quiero revitalizarme o despertarme generalmente me ayuda más algo que tenga azúcar/glucosa y esté frío. La cafeína y, para el caso, las bebidas energéticas estilo Red Bull, no me han hecho ningún efecto (me falta probar la monster) aunque aquí hay que mencionar que puede deberse a una condición particular de mi organismo, digamos que sufro mucho cuando me falta azúcar. Lo de las cafiaspirinas en coca cola lo probé una vez para experimentar pero no sentí ningún cambio tampoco.

Cuando trabajaba en cierta empresa hubo un lapso de varios meses que el trabajo me desgastaba mucho, para la una de la tarde ya necesitaba un descanso urgentemente aunque podría resultar contraproducente porque tal vez me quedara dormido, así que se me hizo costumbre tomar coca cola pero luego si me preocupó mi salud. Actualmente, por influencia de Kevin Rose (creo que he visto demasiados episodios de diggnation) empecé a tomar té, generalmente té frío y es una bebida satisfactoria.

Y pues creo que ya fue todo. Al parecer nunca seré un bebedor de café, a menos de que algo extraordinario pase. No es que tenga algo en contra del café nadamás no tengo mucho a su favor. Originalmente iba a escribir un cuento, una historia de amor de un chico y una chica que comenzaban como novios yendo al café, luego contaba su fantástico romance y terminaba con uno de ellos tomando taza tras taza de café en la sala de espera de un hospital mientras el otro moría y jurando que nunca volvería a tomar café. Pero no lo terminé.

Hasta la próxima, amiguitos!!!